Llevo años queriendo conocerme más,
aceptarme- incluso en los defectos de serie, algunos con taras tan
manifiestas que no puedo negar- e intentando ser mejor persona.
Decidí, de un modo intenso y con
rotundo empeño, buscar la verdad haciendo tabla rasa de todo lo
aprendido. Y eso respecto a mi , y respecto a todo lo demás. Puse el
cuenta kilómetros a cero, levanté el cartel de “ocupado” de mi
taxi, y pasó a estar “libre”.
En estos años estoy a veces perplejo
conmigo, otras ando perdido, aunque diciendo al que quiera escucharme
“que sé dónde voy” (aunque no tengo ni idea de mi situación).
Rezo muy poco, pero mucho mejor. Me dejo querer, que es , quizás, el
mayor hallazgo que encontré estos años.
Pero,¡ay!, llegó la enfermedad , y me
dio donde más duele: yo sin Manuela no soy nada.
Inesperadamente, me encuentro colgado
de una cinta delgadísima sobre el abismo. Una cinta que hasta ahora
me servía para adornar mi fe en hermosos paquetitos que regalaba con
una frivolidad absurda, ¡tan pequeña!.
Pero , ahora, suspendido en la sima ,
aferrado a esa cinta de color rojo festivo, me temo que no soportará
el peso de mi...¿fe?...¿pero era fe eso que tenía?
Soy como ese idiota que le pide a Dios
que su equipo gane la final del Mundial de fútbol. Y gana su equipo,
y el hombre llora, se emociona, levanta sus brazos al cielo, da
gracias a Dios, y cuenta a todo el mundo su milagro...
¡Imbécil!, o sea, que Dios durante
unos minutos ha dejado de matar niños hambrientos en África,
suspendió la faena de una asociación de pedrastas que andaban
intercambiando carne fresca de mocosillos, miró por tu milagro
dejando de prestar atención a unas cuantas miles de clínicas
abortistas que les va muy bien en el mundo, y todo para que Iniesta
meta un gol.
¡Hay que ser gilipollas!...
Y Rajoy pidiendo que gane el PP, y
Uriarte comulgando la Hostia agradeciendo el premio Sabino Arana (¡un tío
que se supone que cree, nada más, y nada menos, que en la
“transubstanciación del vino en la Sangre de Jesucristo!). Y Botín
solicitando piadoso a la Virgen por su cuenta de resultados, y...
Siempre hay una mentira en la raíz de
todo desánimo, un apartarse de la verdad, de la realidad.
Seguiré buscando esa verdad, que ya sé
donde no está, suspendido, todavía, de esa cinta sobre el abismo.